Las Torres de Colón son dos torres gemelas situadas en el corazón de Madrid que marcan una profunda huella en su horizonte. Su diseño fue obra del arquitecto Antonio Lamela y los ingenieros Leonardo Fernández Troyano, Javier Manterola y Carlos Fernández Casado. Se llevó a cabo entre el año1967 y 1976, un periodo de modernización arquitectónica en España.
Con una altura de alrededor de 116 metros y 23 plantas, fueron consideradas un hito arquitectónico a nivel nacional e internacional. Su diseño vanguardista y apariencia distintiva, caracterizado por su revestimiento de hormigón blanco, reflejan el estilo d e la época y la influencia de la arquitectura modernista en España durante el siglo XX. A lo largo de los años, han sido un importante centro de actividad económica y social. Su ubicación privilegiada, en la intersección de las calles Génova y Paseo de la Castellana, lo convierte en un punto de referencia clave para residentes y visitantes.
Vídeo del NODO sobre la obra de 1973
Aunque, sin duda, por lo que más llamó la atención en su día, y lo sigue llamando hoy, es por su estructura suspendida o colgante. Algo que supuso una solución novedosa, pues muy pocos edificios en el mundo (ninguno en España) habían usado esta técnica que posibilitaba tener unas plantas tremendamente diáfanas. Aunque, construir un edificio al revés, desde el techo, suponía un reto técnico muy importante, a nivel de análisis y, sobre todo, de construcción.
La estructura debía ser proyectada atendiendo a la forma de construirse, y la maravillosa solución técnica consistió en la ejecución de unos tirantes prefabricados, huecos, de hormigón que se postesaban una vez ubicados en su posición definitiva. Los tirantes, al haberlos postesado a una carga similar, pero algo mayor a la máxima que debían soportar, debían tener toda su vida un estado comprimido. Aunque veremos más adelante que eso no fue exactamente así.
Los tirantes se enhebraban por tramos y se tensaban también por fases a medida que iban cargando más plantas. Cada torre tenía 18 tirantes que se recogían en cubierta en una viga perimetral de seis metros de canto, que trasladaba la carga a las vigas en ménsula que salían del núcleo e iban hasta el perímetro de la torre a recoger la carga que dejaban los tirantes en la viga perimetral.
Esta técnica permitió un uso más eficiente del espacio y una distribución flexible de las áreas interiores. No solo brindó una estética distintiva a las Torres, sino que también proporcionó una solución ingeniosa a los desafíos técnicos y arquitectónicos que implicaba la construcción de rascacielos en un entorno urbano denso. Además de un hito para la arquitectura española, representó una transición hacia métodos de construcción más sofisticados y eficientes, allanando el camino a que otros se atrevieran posteriormente a construir edificios de gran altura con mayor atrevimiento. Cuando se terminaron de construir en 1976 solo había diecisiete edificios en el mundo que usaran este modelo de estructura.
El edificio se empezó a construir a principios de los 70 y se acabó en 1976, después de importantes sobresaltos. La construcción tuvo que paralizarse por un asunto administrativo de licencias en el momento menos oportuno y más peligroso, cuando se acababa de coronar el núcleo con las vigas postesadas superiores que recogían los tirantes de las torres. Las torres permanecieron así, desnudas, durante más de dos años, y llenaron a los madrileños de curiosidad respecto al motivo y al futuro de esos dos fustes de hormigón agujereado. El juez dio finalmente la razón al promotor y el ayuntamiento permitió continuar la obra, abonando el lucro cesante con un cambio de uso a oficinas y un incremento de superficie que se dispuso en un gran zócalo inferior.
En los años 90, por razones de seguridad ante incendios, los propietarios tuvieron que construir un vestíbulo de escaleras exteriores entre las dos torres. Este vestíbulo también se colgó, para sujetarlo en la parte superior se construyó una viga en celosía metálica entre los núcleos de las dos torres. Para tapar esta fea celosía se dispuso un capucha turquesa que lo tapó durante 30 años. Este es el origen del famoso enchufe, polémico desde su construcción que, con el tiempo, pasó a formar parte del imaginario madrileño. Además, en esa misma reforma, se añadió una nueva fachada exterior, que incrementó la carga sobre los tirantes.
La estructura colgante debe generar un esqueleto que sostenga al edificio de modo poco habitual y a la vez aportar toda la versatilidad y funcionalidad que necesita. Es el reto que tuvieron que afrontar los ingenieros en su momento, el año 1967, y es el gran reto de afrontaba la reforma actual. Cuando la actual propietaria, Mutua Madrileña, organizó el concurso de las nuevas torres estableció unas premisas claras: no modificar la superficie construida, ni la altura de coronación del edificio (parte alta del enchufe), y mantener intacta la estructura colgada de las torres, que es un patrimonio reconocido de todos los madrileños. Este concurso lo ganó LVA+architects con el proyecto de estructura de CALTER ingeniería.
Un proyecto que ha consistido en la ejecución, en ambas torres, de una remonta de cinco plantas generosas en altura. Cada una de esas plantas traslada su peso al nuevo núcleo, construido sobre el original, mediante una estructura volada que sale de este nuevo núcleo. Toda la estructura de la remonta es metálica, y atornillada por ligereza, facilidad de elevación y rapidez de construcción.
El incremento de peso de esta remonta no es importante; en el núcleo apenas supone un 25% (aprox.). Los tirantes ni siquiera tienen incremento de carga, más bien una ligera descarga. Aunque, estas nuevas plantas sí que generan una fuerza de viento con una resultante muy alta, al momento en la base es prácticamente el doble que el original.
Este era desafío que difícilmente podía asumir la estructura existente, ni siquiera reforzándola, y la solución surgió de una estrecha colaboración entre ingeniería y arquitectura. El núcleo de ascensores se ha sacado de la planta de las dos torres, generando un nuevo y cercano núcleo vertical de comunicaciones que se convierte en la tercera pata de una mesa (junto a los dos núcleos originales). Así es como se logra resistir el momento de las fuerzas del viento, que previamente se habían determinado en prueba de túnel de viento.
El reto, desde el punto de vista de la ingeniería estructural, no se limitaba a dotar de resistencia a esta nueva concepción arquitectónica: el edifico, además, debe cumplir su función durante otros 50 años más. Esto era relativamente fácil de garantizar en la estructura nueva, el mayor desafío era, en este caso, garantizarlo con una estructura existente que ya acumulaba por su parte 50 años de vida. Esto llevó al equipo de ingenieros de CALTER a proyectar dos tipos de refuerzo importantes. El retesado de los tirantes, durante los vaivenes de estos cincuenta años habían sufrido una historia de descargas y cargas, provocando un estado tensional cercano a la descompresión en algunas situaciones. Por otro lado, parte del hormigón de la cimentación había estado muchos años en contacto con el agua subterránea del arroyo castellana y debía ser reparado. Al examinar con detalle, centímetro a centímetro, el estado de las torres, pudimos detectar estas deficiencias y proceder a subsanarlas.
Este estudio pormenorizado también nos dejó una evidencia interesante, el hormigón precomprimido, pesar de estar en un ambiente totalmente exterior con un nivel de contaminación alto durante cinco décadas, había sido un extraordinario protector de los cables postesado de los tirantes.
Ha sido mucha la información a analizar y cotejar, muchos los estudios y comprobaciones necesarias. Hay, por decirlo de algún modo, una actuación macro, que abarca lo relacionado con la estructura principal, y luego infinidad de actuaciones a nivel de subestructuras, pilares, zapatas, cimentaciones, tirantes… Para ello ha sido fundamental desarrollar el proyecto íntegramente con metodología BIM. Contar con un plan de ejecución que evolucionaba a la par del proyecto, con una trazabilidad completa y detallada, tanto del proyecto como de su gestión. Un trabajo colaborativo que ha aportado el nivel de madurez específico para cada etapa y el grado de definición y coordinación óptima.
Además, mirando al futuro, se está desarrollando el AS BUILT del modelo y toda su documentación. De este modo quedarán registradas y almacenadas, en un entono operativo, todas las características y especificaciones del edifico para facilitar a la propiedad la gestión de su ciclo de vida útil. Esto ayudará a optimizar su uso, anticiparse a los problemas, e implementar de modo sencillo mejoras posteriores que respondan a demandas que ahora ni siquiera podemos concebir.
El rol de las tecnologías actuales realza aún más el mérito de nuestros antecesores. Qué diferentes fueron los medios con que se acometió esta obra originalmente. También pone de manifiesto el modo en que han cambiado las necesidades y exigencias de nuestra profesión. Una obra, a día de hoy, aparte de llevarse a cabo de un modo óptimo técnicamente, tal como siempre, requiere hacerse en el menor tiempo posible, con el impacto mínimo y con una gestión óptima de los recursos humanos y materiales. No es que antes no fuera así pero, en mercados cada vez más dinámicos y exigentes y, en la medida en que la tecnología nos va dando los instrumentos para ser más ágiles y eficientes técnicamente, el foco de nues tro trabajo se ha hecho más amplío y se han reequilibrado las prioridades.
Nuevas Torres Colón medioambientalmente será un edificio ejemplar, las energías renovables supondrán el 50% de su consumo, el 10% de ello generado por las propias torres. La ventilación natural aumentará un 40%, estará constantemente monitorizada la calidad del aire interior, la fachada mejorará el comportamiento térmico y acústico, el agua llevará un filtrado adicional, habrá puntos de recarga para coches eléctricos, también aparcamiento de bicicletas y espacios exteriores ajardinados y todo tipo de tecnologías domóticas y de seguridad de última generación.
Seguirá siendo un referente en el skyline de Madrid, un punto de interés para los innumerables visitantes de la ciudad, un nodo básico de la red empresarial, un lugar acogedor para usuarios y visitantes, un edificio que cuida el medio ambiente y; en sus entrañas, un esqueleto imponente, un hito de la ingeniería del Siglo XX que se refuerza para sostener un edificio que mira con esperanza al futuro.
Vídeo de la obra actual