RESUMEN EJECUTIVO
El objeto de este artículo es explicar con un caso concreto las profundas asimetrías que van a producir los efectos del calentamiento global. Es evidente que las consecuencias de dicho calentamiento son muy diferentes en las diferentes regiones y países. Un pequeño incremento de temperatura puede producir efectos beneficiosos en algunas zonas mientras que, en otras, como es el caso de los Guna, puede producir efectos devastadores, con la pérdida del hábitat donde han desarrollado su vida y su cultura durante siglos. Y lo más grave es que varias de las poblaciones que van a sufrir las peores consecuencias del cambio climático, como, por ejemplo, los pequeños estados insulares emergentes, apenas han contribuido a producirlo. En este artículo se analiza el caso de la Comunidad Guna, compuesta actualmente por unos 80.000 individuos, parte de los cuales viven en el Archipiélago de San Blas, en el Caribe, junto a las costas de Panamá. Analizamos los efectos del cambio climático sobre dichas islas, fundamentalmente los derivados de la inexorable elevación del nivel del mar, que, sin duda, pone en riesgo el que puedan seguir allí a medida que ésta se vaya produciendo. También planteamos lo que habría que hacer a partir de ahora, que, en síntesis, consiste en una evaluación precisa de las previsiones de la evolución de las islas y de la elaboración de un Plan de Actuación, que debe ser acordado con la propia Comunidad Guna.
1.- EL PUEBLO GUNA Y SU CONTEXTO
Aunque la mayor parte de las comunidades indígenas y sus culturas han ido siendo asimiladas por la cultura occidental dominante, actualmente viven en Panamá unos 400.000 indígenas, que constituyen alrededor del 12% de su población según el censo de 2010, repartida en ocho grupos principales: Guna, Buglé, Bokota, Wounaan, Ngöbe, Teribe, Emberá y Bri-bri; comunidades herederas del legado de las más de 60 tribus que habitaban este país cuando fue visitado por primera vez por el capitán Rodrigo de Bastidas y Cristóbal Colón.
El primer pueblo indígena en adquirir derechos sobre sus territorios fueron los Guna, tras un levantamiento contra el Gobierno de Panamá que tuvo lugar en 1925. A partir de dicho levantamiento se empezó a definir y concretar una legislación para los territorios indígenas, constituyéndose la Comarca Guna en 1938 y sus límites y administración en 1953, sirviendo como ejemplo para que otras comarcas indígenas fueran constituidas a lo largo de las siguientes décadas.
Actualmente hay cinco comarcas reconocidas en las que viven algo más de la mitad de la población indígena de Panamá: San Blas (1953), denominada Guna Yala a partir de 1998, Emberá-Wounaan (1983), Guna de Madungandi en la provincia de Panamá (1996), Ngöbe-Buglé en la provincia de Bocas del Toro (1997) y, finalmente, Chiriquí y Veraguas o la comarca de Guna de Wargandi en la provincia de Darién (2000).
En la actualidad, el pueblo Guna es posiblemente uno de los grupos indígenas con mayor autonomía política de América Latina, estatus que ha conseguido mediante una lucha continuada contra los agentes externos que han pretendido asimilarla.
La supervivencia de su cultura y de sus tradiciones es asegurada por su autonomía política, que se apoya para ello en dos organismos colectivos
- El Congreso General Guna, que representa a esta población en el contexto político de los estados- nación, confecciona la legislación que garantiza su autonomía y administra proyectos sociales, educativos, históricos y ambientales
- El Congreso de la Cultura Guna, que gestiona la vida tradicional y espiritual, conservando la sabiduría sobre la forma de hacer las cosas y sobre la cosmovisión guna
En la época en que llegaron los españoles a América, se estima que había una población Guna de alrededor de 600.000 individuos, que ocupaban el Golfo Urabá y las faldas del Cerro Dagarkunyala en el Darién, tierras que hoy se sitúan en Colombia, desde donde emigraron a Panamá. Actualmente ocupan cuatro regiones en Panamá: Comarca Guna Yala, Comarca Guna de Madungandi, Comarca Guna de Wargandi y Comarcas Payá y Pucurú en la provincia de Darién.
Tras siglos de enfrentamientos, convivencia y mestizaje con otras poblaciones, desde los conquistadores españoles hasta las naciones modernas limítrofes, se contabilizan hoy alrededor de 80.000 habitantes Guna en Panamá en 2010.
Un rasgo característico de la cultura de la población Guna es el estrecho vínculo con la naturaleza con la que conviven, buscando un modelo sostenible que compatibilice tanto su evolución social como el respeto al entorno en que viven, a partir de un modo de vida basado en el uso controlado de recursos y la integración de sus actividades productivas en la Madre Tierra. Reivindican una relación equilibrada entre cultura y medio ambiente, que emana desde la Madre Naturaleza, habiendo en ella una educación tradicional que aún no conocemos.
La Comarca Guna Yala tiene una superficie de 3.260 km2, configurando un corredor formado por 365 islas que, siguiendo la línea costera, presenta un amplio espectro de tamaños y formas. Únicamente 45 de estas islas están pobladas por la comunidad Guna, algunas de las cuales se utilizan para la pequeña ganadería y plantaciones y otras se han adaptado para el turismo internacional.
La relación de los Guna con el estado de Panamá siempre ha generado conflictos por la dificultad de preservar su modo de vida, tanto desde el punto de vista ambiental como cultural. La situación ha mejorado desde que los Guna consiguieron una gran autonomía política cuando se constituyeron las Comarcas. En todo caso, la relación entre la comunidad Guna y el estado de Panamá sigue sometida a importantes fricciones por los diferentes valores y planteamientos de ambas partes. Desde el punto de vista estatal e internacional, la sociedad indígena Guna se encuentra inmersa en situación de pobreza mientras que ésta se resiste a perder sus valores tradicionales y su cultura.
En estas circunstancias de permanente conflicto larvado, aparece un nuevo factor, que es el calentamiento global que estamos experimentando y la previsible elevación del nivel del mar que ha producido y que, en la mayoría de los escenarios de emisiones, tiende a acelerarse, lo que podría tener consecuencias devastadoras para el hábitat de la Comarca Guna Yala.
2.- PREVISIONES DE LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA COMARCA GUNA YALA
El estado del arte del conocimiento científico viene recogido en los informes que realiza el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), organismo de la ONU dependiente a su vez de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC). Dichos informes, de periodicidad entre 5 y 8 años, son elaborados por una serie de científicos de reconocido prestigio de todo el mundo. En el último participaron alrededor de 3.000 científicos y fue publicado en 2013/2014, estando previsto el siguiente para 2021/2022.
Los efectos del calentamiento global en la zona del Archipiélago San Blas más relevantes son los siguientes: 1) variación de la temperatura; 2) variación de la precipitación; 3) elevación del nivel del mar; 4) variación del pH en la zona superficial del océano; y 5) variación de la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremales.
Todas estas variaciones dependen del escenario de emisiones de gases de efecto invernadero, que a su vez depende del desarrollo socioeconómico y tecnológico, así como de los acuerdos internacionales -por ejemplo, el Acuerdo Climático de París de 2015- y de las medidas y condicionantes que cada uno de los países quiera imponer al mismo.
Los modelos climáticos prevén una acidificación de las aguas superficiales, que podría tener efectos negativos en la pesca. La variación de la acidez prevista entre 1986-2005 y 2081-2100 es de una disminución del pH de 0,06 para RCP 2.6, 0,14 para RCP 4.5, de 0,20 para RCP 6.0 y de 0,31 para RCP 8.5.
En cuanto a los fenómenos extremales, la mayor energía acumulada en el océano, fruto de su mayor temperatura, hace que su frecuencia e intensidad aumente con el incremento de temperatura, que a su vez se incrementa con las emisiones acumuladas.
Sin embargo, los efectos más devastadores previstos derivados del cambio climático para la comunidad Guna en el Archipiélago San Blas son los debidos a la elevación del nivel del mar. Según el informe que acaba de publicar el IPCC el pasado 24 de septiembre de 2019, titulado “The Ocean and Cryosphere in a Changing Climate”, el ritmo del aumento del nivel medio del mar en el conjunto del planeta entre 2006 y 2015 ha sido de 3,6 mm/año, habiéndose acelerado como consecuencia del incremento de la pérdida de hielo en Groenlandia y en la Antártida.
Hay que tener en cuenta que varias de las islas del Archipiélago de San Blas apenas se elevan sobre el nivel del mar, de modo que su aumento, que lleva produciéndose desde hace algún tiempo -el Informe del IPCC anteriormente mencionado, de 24 de septiembre de 2019, lo cuantifica en 16 cm entre 1902 y 2015 y estima una velocidad de elevación entre 2006 y 2015 de 3,6 mm/año- , y que se prevé que continuará de forma acelerada, podría inundarlas a corto plazo -en episodios extremales- o a medio plazo -de una forma definitiva-, obligando a sus habitantes a migrar a territorios continentales, con lo que ello supondría de pérdida de una cultura ancestral.
Para tener una previsión de la elevación del nivel del mar, deben considerarse los cuatro siguientes factores
- El aumento medio del nivel del mar en la Tierra debido al deshielo y a la expansión térmica de los océanos y estimado a partir de modelos físicos -sin duda el más fiable de todos los métodos de proyección-, que depende mucho del escenario de emisiones. El valor de la mediana del aumento del nivel del mar entre 2081-2100 y 1986-2005 oscila entre 40 cm para el escenario RCP 2.6 y 63 cm para el escenario RCP 8.5, con valores de 47 cm para RCP 4.5 y 48 cm para RCP 6.0. Ahora bien, debe tenerse en cuenta que estos valores tienen incertidumbre y que, si queremos tener un 66% de probabilidad, debemos dar un rango de valores que, por ejemplo, para el escenario RCP 4.5 sería de 32 a 63 cm, ocurriendo lo mismo para el resto de escenarios
- Las diferencias regionales del nivel del mar debido a fenómenos de alcance local, como son los procesos dinámicos del océano, los movimientos del fondo marino, los cambios en la gravedad derivados de la redistribución de la masa de agua, la respuesta a las variaciones de presión atmosférica o la respuesta dinámica a la aportación de agua dulce desde los glaciares y las placas de hielo. Por ejemplo, para el escenario de emisiones RCP 4.5, el aumento del nivel del mar con una probabilidad del 50% es de 55 cm (por encima de los 47 cm previstos si no se consideran los factores regionales), pero alcanza los 75 cm si queremos conseguir un nivel de confianza del 90% de que no será superado
- El fenómeno dinámico del colapso de sectores marinos de la placa de hielo de la Antártida, en el que hay bastante incertidumbre sobre su efecto en la elevación del nivel del mar, aunque existe un nivel de confianza medio de que no sería superior a varios decímetros a lo largo del siglo XXI
- Los niveles extremos debidos al oleaje, aunque con los conocimientos actuales existe un bajo nivel de confianza sobre las proyecciones regionales de oleaje en función del escenario de emisiones, por lo que no es posible realizar una cuantificación de este efecto
Lo anterior explica, para el caso particular de los Guna, la profunda asimetría que produce el cambio climático entre las diferentes poblaciones de la Tierra. Es un pueblo cuya existencia y actividad apenas ha tenido peso en las emisiones de gases de efecto invernadero al tener una economía muy sostenible en el tiempo. Y, sin embargo, van a estar entre los más afectados por los efectos derivados del cambio climático, en este caso por la inexorable elevación del nivel del mar, que ya está en marcha y que está acelerándose.
Un problema similar al de los Guna que viven en el Archipiélago de San Blas, en Panamá, lo tienen muchas de las poblaciones en pequeños estados insulares en vías de desarrollo (entre otras, Kiribati, Maldivas, Vanuatu, Fiyi, Timor-Leste o Nauru), donde viven actualmente unos 65 millones de personas y, también, aunque en menor medida, los 680 millones de personas que viven en zonas costeras bajas. Estos datos de población potencialmente afectada provienen del Informe del IPCC, de 24 de septiembre de 2019. En 2014, el entonces secretario general de la ONU, Ban-ki-Moon, advertía que “los pequeños estados insulares emergentes son como un cristal de aumento. Cuando miramos a través de ellos vemos las vulnerabilidades que nos esperan a todos”. Da que pensar esta afirmación tan contundente del ex secretario general de la ONU…
Si ampliamos el foco al resto del mundo, algo similar ocurre con los países de rentas bajas, que van a ser los más afectados negativamente por el cambio climático cuando apenas han emitido gases de efecto invernadero hasta el presente. El Informe de Fondo Monetario Internacional “World Economic Outlook”, de octubre de 2017, publicó un Capítulo dedicado a analizar la repercusión del calentamiento global sobre las perspectivas económicas a largo plazo. En dicho Informe concluía que el mayor coste previsto derivado del cambio climático iba a ser para los países de bajo nivel de renta, donde preveía que el impacto negativo sobre el PIB en 2100 iba a ser de un 4% para un escenario de emisiones RCP 4.5 y de un 9% para un escenario RCP 8.5, mientras que las afecciones previstas para los países industrializados iban a ser mucho más pequeñas.
Es decir, que los países más afectados por el calentamiento global van a ser, previsiblemente, los que menos han contribuido, hasta el momento, a producirlo.
El Acuerdo Climático de París de 2015, instrumento para repartir la carga de hacer frente a los problemas derivados del calentamiento global, fue consciente de la asimetría de sus efectos al establecer como objetivo mundial. En concreto, estableció el objetivo de que el incremento de la temperatura en la superficie terrestre sea considerablemente inferior a los 2ºC sobre la temperatura en la época preindustrial, así como a llevar a cabo los mayores esfuerzos para que no supere 1,5ºC sobre la misma. Este último incremento es extraordinariamente difícil de conseguir -supondría unas emisiones por debajo del escenario RCP 2.6-, pero está claro que resulta necesario para evitar situaciones dramáticas y profundamente injustas en varios estados insulares en desarrollo, que, de lo contrario, se verían obligados a migrar al continente.
3.- VULNERABILIDAD Y ADAPTACIÓN
El archipiélago de San Blas ha sufrido fenómenos climáticos fuera de las pautas acostumbradas en los últimos años. Históricamente es habitual la presencia de vientos alisios y crecidas de marea, quedando inundadas las comunidades unos días, entre los meses de noviembre a abril. Pero, en los últimos años, entre mayo y noviembre se han producido alteraciones del clima, creándose tornados e inundaciones de las comunidades de manera más agresiva. Estos fenómenos, unidos a la subida progresiva del nivel del mar, han provocado que algunos asentamientos insulares estén planteándose abandonar las islas para establecerse en territorios interiores. Gardi Sugdub, la isla más poblada con 5.000 habitantes, puede ser una de los primeros en tener que marcharse, igual que otras islas como Carti, Mulatupu, Ustupu, Playón Chico o Nula Tupe.
Algunos recuerdan la existencia de islas que ya han desaparecido, como sucedió con “Noromulo” hace unos 10 años.
Únicamente resulta posible adaptarse a la elevación del nivel del mar mientras que la elevación de ésta no sobrepase una pequeña altura, en todo caso por encima de 0,50 m, dado que por encima de ella habría grandes superficies de las islas inundadas. Esta elevación del nivel del mar se alcanzaría -de conformidad con el conocimiento científico actual- en 2100 con niveles de emisión muy bajos, en el entorno de las correspondientes al escenario de emisiones RCP 2.6, viéndose superado por los escenarios RCP 4.5, RCP 6.0 y RCP 8.5.
No resulta posible establecer protecciones mediante diques perimetrales por el enorme coste que representaría al haber mucha longitud de costa, así como la poca cantidad de personas beneficiadas. Este tipo de alternativas únicamente son posibles para proteger ciudades de determinado tamaño.
En algunos casos, habrá que aumentar la cota de las edificaciones costeras para evitar que se inunden en episodios de viento o de oleaje.
En todo caso, es importante recordar que existe una notable incertidumbre en las previsiones de la elevación del mar, muy especialmente en los derivados de una posible aceleración de la fusión de los hielos de Groenlandia y la Antártida, lo que hace que sea muy importante tener elaborados planes de contingencia para el caso de que finalmente se produjera un aumento del ritmo de la elevación del nivel del mar.
4.- PRÓXIMOS PASOS
La magnitud del impacto que supondría desplazar a la comunidad Guna de las islas del Archipiélago de San Blas es tan relevante que es aconsejable complementar el estudio que aquí se presenta con un análisis más detallado que permita tomar las decisiones adecuadas en el futuro.
En primer lugar, sería muy conveniente realizar un estudio de dinámica costera para analizar la previsible evolución de las islas a medida que vaya elevándose el nivel del mar. Para ello es necesario analizar las corrientes marinas y los materiales de aportación que transportan. El ritmo actual de incremento del nivel del mar de 3,6 mm/año es suficientemente moderado como para que, eventualmente, las islas vayan alcanzando un perfil de equilibrio a medida que sube el nivel del mar.
Este estudio requeriría lo siguiente:
- toma de medidas de campo para conocer las corrientes marinas: velocidades del agua a diferentes profundidades, materiales de arrastre, aportaciones en temporales y frecuencia estimada de los mismos
- estimación de la evolución de la línea de costa, lo que, a su vez, habría que llevar a cabo mediante dos procedimientos: 1) estudio teórico mediante modelos de simulación; 2) ensayo a escala reducida
Estos trabajos de dinámica costera podrán ser realizados en nuestro país por el Centro de Estudios de Puertos y Costas (CEPYC), perteneciente al CEDEX, o bien por el Instituto Hidrográfico de Cantabria, que cuentan con el conocimiento y la tecnología suficiente como para llevarlo a cabo.
En segundo lugar, habría que desarrollar un modelo climático regional anidado en los modelos climáticos globales atmósfera-océano para poder tener una visión más detallada de la zona que nos interesa, que no es otra que la de las islas donde habitan los Guna. Con dicho modelo, se podría estimar la elevación del nivel del mar en condiciones normales, así como la previsión de la evolución de temporales y de distribución estadística del oleaje, debiendo estimar la altura significante de ola en cada uno de ellos.
Es necesario mantener actualizados tanto el estudio de previsión de la evolución de la costa como el modelo climático regional, lo que hace necesario comparar a lo largo del tiempo los datos estimados con lo que realmente está ocurriendo.
La evolución del nivel del mar depende, finalmente, del escenario de emisiones que realmente ocurra, así como de la capacidad de los modelos climáticos en aproximarse a dicha realidad. Los estudios antes descritos tratan de estimar la evolución de las islas y los impactos sobre sus habitantes en función de dicha elevación del nivel del mar o bien del escenario de emisiones.
Posteriormente y una vez que tuviéramos un modelo de previsión razonablemente preciso de lo que ocurrirá en el futuro, es necesario llevar a cabo un Plan de Actuación que establezca, con la suficiente antelación, las acciones a realizar en cada uno de los asentamientos a medida que vaya subiendo el nivel del mar y tengamos previsiones más ajustadas de los temporales. Dicho Plan de Actuación debe ser acordado con la comunidad Guna, por cuanto que son los máximos afectados.
Finalmente, es esencial mantener el Plan de Actuación totalmente actualizado a medida que se vayan modificando cualesquiera de las previsiones del mismo.